30 diciembre, 2021

EL PRIMER LIBRO PUBLICADO POR UN ZORRERO

 


Miguel Moya.


La que fuera vivienda de Diego Cámara en la actualidad.

Tenemos que remontarnos a finales del siglo XIX para encontrar el primer libro publicado por un vecino de Esparragosa de la Serena, aunque no se tratara de una obra literaria, sino de un ensayo jurídico. La obra en cuestión se titulaba La justicia municipal ante los proyectos sobre su reorganización, fue publicada en el año 1892 en Badajoz en la Imprenta "La Minerva Extremeña" y su autor fue el jurista Diego Cámara y Ortiz (1856-1908). ¿Quién fue este personaje relevante de Esparragosa? Diego Cámara era un doctor en Derecho y rico hacendado nacido en Don Benito y residente en la localidad desde finales del siglo XIX, donde nació y vivió su hijo, el también abogado y terrateniente local, Victoriano Cámara (1884-1972). Otro de sus hijos, Eugenio Cámara (1886-1908), murió en plena juventud mientras estudiaba la carrera de Derecho en Madrid. Diego Cámara fue un personaje muy conocido no solo en la localidad, sino en la comarca de la Serena, e incluso en Extremadura, tanto por su erudición en materias jurídicas, su prestigio como letrado del Colegio de Abogados de Madrid y miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, su habitual colaboración con periódicos regionales como La región extremeña y su elocuencia. Alcanzó cierta fama al escribir el mencionado libro titulado La justicia municipal, en el que abordaba la espinosa cuestión de la reorganización de los tribunales de justicia locales y la legislación que planteaba el Gobierno por entonces en el poder, presidido por Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897); también por participar como abogado defensor de los acusados por el tristemente célebre Crimen de Don Benito, uno de los peores sucesos de la crónica negra española, que tuvo lugar el 19 de julio de 1902, cuando el cacique local Carlos García de Paredes (1870-1905) asesinó a la joven Inés María Calderón, de 18 años, y a su madre, Catalina Barragán, con ayuda de dos cómplices. El juicio se celebró en Don Benito en los meses siguientes, y en algunas sesiones actuó el propio Diego Cámara como abogado defensor de los sospechosos, como sustituto de uno de los letrados, Mariano Muñoz Rivero, pues no en vano le unían lazos de parentesco con García de Paredes (quien era, a su vez, sobrino nieto del famoso político extremeño Juan Donoso Cortés (1809-1853), marqués de Valdegamas): su segunda esposa fue una hermana del asesino de Inés María, Isabel García de Paredes y Campuzano, que murió en 1932. Antes había estado casado con una vecina de nuestro pueblo, María Emilia Ortiz (1850-1886), con la que tuvo dos hijos, ya mencionados. Al final, el sospechoso del crimen fue considerado culpable y condenado a muerte el 18 de noviembre de 1903, sentencia que se cumpliría el 5 de abril de 1905. Entre sus amigos, cabe destacar al poeta Manuel Dávila Corchado (1840-1898), natural de Zalamea y colaborador habitual de los periódicos de la época. 

Como vemos, Diego Cámara era un personaje emparentado con destacadas familias de la provincia de Badajoz, y no solo fue hermano del poeta y periodista Juan Bautista Cámara (1849-1894), nacido también en Don Benito, que trabajó como comerciante y publicó sus poemas y artículos en numerosos periódicos y revistas de la época, sino que era hijo de Vicente Cámara Soriano, alcalde de dicha ciudad en 1863-1864 y de 1868 a 1872, un rico comerciante natural de Aldeanueva de Cameros (Logroño) casado con María del Carmen Ortiz Martín, de Quintana de la Serena. No descartamos que también fuese pariente del político Diego Cámara Borrallo, alcalde de esta ciudad en 1912. Los Cámara, el abogado Diego y un pariente suyo, se establecieron en Esparragosa en algún momento de la segunda mitad del siglo XIX, al adquirir algunos terrenos que habían sido puestos a la venta como consecuencia de las desamortizaciones de Mendizábal (1836-1837), la del general Baldomero Espartero (1841) y la de Pascual Madoz (1854-1856), que consistió en poner en el mercado, previa expropiación forzosa y mediante una subasta pública, las tierras y bienes que hasta entonces no se podían enajenar (vender, hipotecar o ceder) y que se encontraban en poder de las llamadas «manos muertas», es decir, la Iglesia católica y las órdenes religiosas—que los habían acumulado como habituales beneficiarias de donaciones, testamentos y últimas voluntades— y los llamados baldíos y las tierras comunales de los municipios. Fue de esta manera que Diego Cámara se estableció en Esparragosa, donde fundó su familia, levantó una vivienda que todavía sigue en pie y donde murió en 1908 y fue enterrado, ya que su tumba se conserva aún en el cementerio municipal. 

En 1892, como ya hemos señalado, Diego Cámara escribió y publicó su obra, que se puede considerar como el primero libro escrito por un vecino de Esparragosa que llegó a ser editado. Este trabajo, dedicado a un amigo del autor, el periodista y político Miguel Moya (1856-1920), natural de Madrid, director del periódico El Liberal y varias veces diputado nacional y senador, consta de 112 páginas, con una dedicatoria, un prólogo y una introducción, y tiene tres Secciones: la Primera contiene dos capítulos, la Segunda cuatro capítulos y la Tercera seis capítulos. La dedicatoria dice así: 

A mi querido condiscípulo e ilustado amigo don Miguel Moya, letrado, Diputado y Director del periódico "El Liberal". Dedicándote este modesto trabajo, cree darte señalada prueba de verdadero afecto. 

El autor.

 Esparragosa de la Serena 4 Diciembre 1892.

 



 

A continuación, viene el Prólogo, en el que Cámara expone sus razones para escribir el presente trabajo:

(...) solo el ardiente cuanto loable anhelo de emitir nuestra modesta opinión sobre la manera de como podría organizarse la Justicia municipal, de modo más conveniente que lo está al presente, es lo que, en realidad de verdad, movió nuestra voluntad en el sentido de que, aun a riesgo de sufrir las censuras de la crítica, nos aventurásemos a exteriorizar, como lo hacemos, nuestros pensamientos sobre la materia objeto de este libro.

Y concluye, el abogado de Esparragosa diciendo:

Estamos plenamente convencidos de que no contiene este libro mérito alguno; y si algún valor encerrara, no sería ciertamente otro que el de manifestar, sin arrogancia y sin pretensión alguna, nuestras opiniones: y decimos nuestras porque, con efecto, somos enemigos del plagio; mas si por acaso en alguna otra publicación se mantuvieran análogas conclusiones a las contenidas en el presente estudio, podría considerársenos coincidentes, pero nunca plagiarios.

En suma: si este trabajo es acreedor a juicio desfavorable, lo sentiríamos; y si se hiciese digno de elogio, nos congratularíamos, aunque no hasta el punto de que se convirtiera nuestra satisfacción ni en vanagloria ni en orgullo; que no somos de los que se hinchan como la rana que quiso igualarse con el buey. 

Luego, pasamos a la Introducción, en la que su autor explica las ideas básicas sobre el Municipio, la Justicia, los Juzgados Municipales  y la Jurisdicción municipal, temas de los que era muy conocedor no solo como jurista sino como vecino de un municipio rural que contaba solo con un Juzgado de Paz. Y a continuación viene el desarrollo del trabajo, en el que Cámara expone sus opiniones y sus ideas para mejorar la justicia municipal, en un trabajo que debió tener un alcance limitado a los círculos jurídicos, al ser una obrita jurídica no dirigida al público en general. Permanece el mérito, sin embargo, de ser el primer libro escrito y publicado por un vecino de Esparragosa, Diego Cámara.

Podéis encontrar una copia digital de este libro en este enlace.

OCTAVO LIBRO: "SEDA" DE ALESSANDRO BARICCO

  Una vez más, el día 7 de marzo de 2023 nos reunimos en nuestro lugar habitual los miembros del Club para conversar sobre nuestro siguiente...